...Has conseguido texturas más ricas y sugerentes, se han multiplicado los matices de color y las superficies se ven enriquecidas por sutiles atmósferas donde cobran mayor sentido y resonancias los grafismos arañados o pintados sobre las superficie del soporte, sobre la piel de las paredes.

Algunas, en particular, me producen un sentimiento próximo a lo místico...

Tus cuadros nos aproximan a tu particular vivencia del tiempo, como si hicieras memoria de experiencias situadas en el pasado, como si recobraras testimonios de lo ya sucedido y producido por los efectos corrosivos del tiempo que todo lo trasforma – más que destruyendo las cosas y los seres – quedándose en lo que en ellos es esencial.

Me impresiona mucho, Liviana, esa sensación de fugacidad y de trasformación constante que desprenden tus cuadros. Me hacen reflexionar sobre el paso del tiempo y como nos va dejando marcados con una pátina que, paulatinamente, nos va retratando, configurándonos.

Tus obras necesitan una contemplación detenida. El espectador debe exigirse una lectura reposada y dirigida más allá de la anécdota o del pretexto formal de cada pieza...

Tu nos propones estas superficies trabajadas con empeño para que las incorporemos a nuestra experiencia individual, pues tus obras más que para ser miradas están hechas para ser vividas.

En la obra de Liviana espejea el dulce rumor de lo cotidiano, de lo más próximo y trivial que a diario cerca de la criatura humana y que, muchas veces, se rechaza a causa precisamente de esa proximidad que creemos banal, intrascendente y muda. La búsqueda, en este caso se hace familiar y los encuentros se manifiestan evidentes en la inquietante pared donde tantísima información superpuesta la sustituye, nuevos, presurosos e inacabados mensajes, llamadas y propuestas...